Lo que la celebración de Halloween realmente representa, es la conexión entre el mundo de los vivos y el mundo de los muertos.
En la tradición popular, Halloween se consideraba una noche en la que las fronteras entre el mundo terrenal y el más allá se volvían borrosas, permitiendo que seres malignos, como demonios y duendes, fueran liberados para causar caos y atacar a los seres humanos. Esta creencia se basa en la noción de que el mal tenía un mayor poder en esta fecha. Por esto, algunas personas, se disfrazaban como seres diabólicos, y participaban en ceremonias satánicas, como una táctica de distracción, para evitar ser atacadas por estos seres malignos. Esta idea refleja cómo la celebración de Halloween suele estar cargada de supersticiones y temores sobre fuerzas sobrenaturales.
La mención de sacrificios de animales y ofrendas tiene sus raíces en la idea de apaciguar a los dioses y facilitar el viaje de las almas de los difuntos al más allá. Esta creencia sugiere una mezcla de prácticas religiosas y supersticiones en torno a la muerte y el más allá.
Quienes defienden la idea de celebrar Halloween, afirman que estas creencias y tradiciones son parte de la historia y de la evolución de Halloween, pero que no reflejan, necesariamente, las celebraciones contemporáneas de la festividad, pues no existiría ninguna conexión con estas antiguas creencias, tanto así, que aún iglesias cristianas, y connotados líderes cristianos, se han sumado a la celebración de Halloween, en medio de sus congregaciones.
Esos líderes, han hecho la vista gorda y caso omiso, de las indicaciones explicitas que Dios ha dado a los sacerdotes, en Ezequiel 44:23 “Y enseñarán a mi pueblo a hacer diferencia entre lo santo y lo profano, y les enseñarán a discernir entre lo limpio y lo no limpio.”
Creo que, hoy más que nunca, es necesario levantar la voz, en cada púlpito, en cada familia, por todas las redes sociales, en cada mensaje de texto, y por todos los medios posibles, enseñando al pueblo de Dios, a la Iglesia del Señor Jesús, a que marquemos la diferencia entre lo santo y lo profano, a que discernamos entre lo limpio y lo no limpio. A que no tomemos en consideración, ni por un momento, el sumarnos a celebraciones, de rituales y fiestas, nacidas en el mismo infierno, intentando ponerles un traje de santidad a cosas que son claramente profanas. Un disfraz no nos brinda protección. Sólo Cristo lo hace. Solo en Él hay salvación.
Iglesia de Cristo, mantente firme ante la influencia satánica, que quiere introducirse, mediante presión social, en las mentes de los niños, intentando mostrar lo profano como si fuese algo bueno. Enseñemos a nuestros niños, a nuestros hijos, a discernir entre lo limpio y lo no limpio. No nos inclinemos ante la engañosa imagen de que Halloween no tiene nada de malo, y que está “limpio” de oscuridad. No compres esa “imagen” de pulcritud. Recuerda lo que nos manda Dios, en el segundo mandamiento: “No te inclinarás a ellas, ni las honrarás, porque yo soy Jehová tu Dios, fuerte, celoso, que visito la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y la cuarta generación de los que me aborrecen, y que hago misericordia a millares, a los que me aman y guardan mis mandamientos.” Éxodo 20: 5 y 6.
Con amor fraterno,
Pastor Eliseo Núñez, FDB Iglesia.